27 febrero, 2008

El arte de conducir un debate en los medios


No es lo mismo “chicha que limoná” resa en un viejo refrán latinoamericano. Lo mismo sucede con el criterio hacia el profesional de los medios que se pone frente a una cámara de TV o micrófonos de radio. Presentar materiales o leer noticias resulta más cómodo que conducir un espacio de debate de corte informativo.

Quien conduce un debate, un programa de panel o análisis debe escribir el guión y participar de todo el proceso de edición de los contenidos que se expondrán en pantalla o en antena, según el medio que sea. El conductor de un espacio con función de informar, de polemizar realiza previamente una investigación exhaustiva de o los temas a abordar, así domina las distintas aristas del conflicto y se logra la eficacia informativa.

La creatividad del periodista que produce y sirve de moderador en los medios se impone con habilidades, las que llamamos entre colegas “maña” para que quede bien el acto de comunicar. Quien tiene la responsabilidad de conducir en radio y televisión NO es una estatua, es un ser humano que se ríe, se entristece, se pone serio, pero en todo momento adopta una postura de contribuir al entendimiento con el perceptor, y domina las leyes del lenguaje no verbal en el caso de la TV; y el adecuado uso del tono y las inflexiones para la radio auque estas últimas le sirven a los dos medios.

Los espacios informativos son productos comunicacionales dirigidos a una persona, un solo oyente ó un solo televidente; es un error pensar en la perspectiva que se le habla a las masas. El conductor establece un vínculo de relación interpersonal NO con un conglomerado; al propio tiempo actúa como filtro, como un guía capaz de armonizar, purificar y de hacer pensar a través de la exposición coherente de las ideas. Quien conduce generalmente tiene un nombre ganado por su obra periodística o artística, un aval que reafirma dos códigos que en la semiótica son indispensables: el de Reconocimiento y Próxemico. En los periódicos existen las columnas con nombres de profesionales que manejan muy bien los enfoques críticos y de análisis.

En la radio y la televisión NO es lo mismo presentar que conducir. Con un buen libreto, con todo escrito se puede hacer una lectura interpretativa de los contenidos fabulosa.


Todo cambia cuando se trata de un debate, donde existe polémica, unos dicen que si y otros que no, una típica discusión que merece de mucho conocimiento y agilidad mental del periodista que asume el papel de conductor donde la escenografía que prevalece es lo espontáneo, lo que nace del corazón, sin improvisar como resultado del conocimiento.

Ser amable es una carta de triunfo en el conductor de los espacios informativos de los medios, mirar a los lados, irse de la atención principal de la cámara y meterse en el “personaje” de facilitador en un ambiente de intercambio, de fraternidad con los invitados imprime confianza cuando la comunicación es por TV; en la radio adopta la misma actitud pero es necesario ajustar los planos de sonidos y hasta la conveniencia de usar algún efecto o recurso radial que acentué la relación oyente-emisor. Quien conduce a través del soporte radiofónico debe describir más, dar más detalles, y hasta ser el papel de narrador en algunos “bocadillos”.

Atraer al espectador o al oyente depende de la manera de decir del conductor, seducir al perceptor es lograr atención, y mantenerlo en esa posición de interés significa sostener diversos tonos y ritmos que van desde una mirada, la posición de las manos, la articulación, hasta el movimiento de la cabeza para ambos medios, porque los gestos refirman la transmisión de los mensajes. Trate de hablar sin mover ninguna parte de su cuerpo, con las manos atrás, en la espalda y comprobará que ellas también forman parte del dialogo.

Todo en exceso es malo. Si el conductor se sobrepasa en ademanes y gestos incoherentes, así llegará el contenido. La palabra tanto en radio como en la televisión es una fuente de credibilidad, de fe y confianza en el otro que nos escucha. Esta demostrado que los comunicadores que tienen mayor fluidez y elocuencia en la oralidad son mejores creídos y atendidos. La credibilidad se logra cuando el perceptor aprecia conocimiento en el periodista, sabe explicar con argumentos y establece un tono coloquial, entre amigos.

El mejor debate en radio y televisión no es aquel que tiene muchos panelistas o invitados, sino los necesarios y en números impares. En la actualidad los hay hasta de diez, consideramos que es demasiado: el uso del tiempo para el hablante se reduce y también las frecuencias de intervención. Un programa informativo para el análisis con 5 ó tres (mejor) participantes donde se conjuguen mujeres y hombres contribuye a la eficacia comunicacional.


Hay fortalezas que identifican al conductor de espacios informativos: no leen, hablan. Cuando el perceptor aprecia o detecta una señal leída, se establece una barrera. En radio se puede leer más, pero interpretar mejor tal como si se dijera.

El protagonismo de los espacios informativos debemos encontrarlo en la noticia o en los contenidos que se emiten. El conductor es un elegante y humilde portador de productos comunicacionales. Por delante de la figura del locutor-periodista está la calidad de la noticia, del reportaje, del artículo ó el comentario que haga, unido a la maestría de saber conducir los distintos eslabones que conforman el éxito de una emisión.

Un espacio de debate, como programa informativo su éxito radica no solo en el conductor sino en la participación de varios profesionales de la palabra y la pluma, en función de un tema debidamente investigado.

No hay comentarios.: